Hoy Gloria me pasó un artículo que me parece muy acertado. Trata sobre el trato y los uso de las personas que visitan a los pacientes en hospitales. Podéis encontrarlo en esta dirección.
Por mi parte, creo que sería interesante una réplica acerca de las reglas de afectados y personal sanitario que lo complemente.
Aunque un hospital tiene reglas y horarios, la situación por la que pasan los afectados y sus familias no deja de ser especial y preocupante. La información es fundamental, y el trato de los servicios del hospital debe ser profesional y estar a la altura de las circunstancias. Escuchar al paciente y a los familiares ayuda a calmar situaciones.
Los familiares tienen derecho a estar informados acerca de la situación de un paciente para poder ayudar en el tratamiento o en el proceso de curación. Nadie como el afectado o su familia conoce, por ejemplo, las consecuencias del uso de ciertos medicamentos o de los hábitos de este. Incorporar esta información al proceso de tratamiento, en la medida de las posibilidades del centro y en función de la importancia de esta información debería ser una norma.
El enfermo se encuentra en un lugar extraño, y generalmente bajo tratamientos molestos. La flexibilidad en las visitas es altamente recomendable.
En los centros debe facilitarte información a los familiares que vienen de fuera de la ciudad sobre recursos para hospedarse o comer, sobre todo en estancias largas.
Los celadores o enfermeros deben abstenerse de ofrecer diagnósticos o resolver por su cuenta aspectos relacionados con el tratamiento o los cuidados si estos no han sido pautados por el médico o si no se ha informado convenientemente al afectado o a los familiares.
En caso de que el afectado no pueda ser consultado, sólo la persona o personas autorizadas por el paciente pueden decidir por él. Esto es algo que ocurre incluso pudiendo decidir el paciente.
Ejemplos como estos hay suficientes para confrontar, y es algo que dejo abierto para que contéis vuestras experiencias.
Una cosa es cierta, los pacientes y los familiares deben conocer los límites de los sistemas de salud y no abusar de estos, pero es tarea de los sistemas educativos no sólo normalizar la relación entre pacientes, familiares y personal sanitario, sino preparar a este personal para el nuevo paradigma en el trato con el afectado y su entorno.